>>HERENCIA *cuentos transparentes
Era un grupo de amigas que vivían solas. Sabían disfrutar de sí mismas y se sentían plenas. Eran seguras y decididas. Alegres y sumamente eficientes en todo lo que emprendían. Derrochaban simpatía y eran muy amigas desde hacía mucho tiempo.
No tenían y no querían tener pareja. ¿No querían o no encontraban “un amor” porque no querían? No estaba muy claro para ellas… Y aunque todo su mundo estaba resuelto eficazmente, había una “silla vacía” en cada una de sus mesas.
Siempre comentaban lo bien que estaban solas, lo independientes que eran. Aprobaban y reconocían el “beneficio” y la “libertad” que eso les brindaba. Aunque no eran “abanderadas” de la no-relación, estaban solas por decisión….así decían.
Cada una de ellas en su trabajo también eran muy valiosas, muy eficaces. Mujeres brillantes que se habían acostumbrado a resolver todo o casi todo solas. No se quejaban, excepto alguno que otro suspiro de cansancio, algunas veces.
La madre de una de ellas –Jorgelina- y todas las mujeres de su clan eran iguales: decididas, ejecutivas e independientes. Se destacaban siempre por algún motivo. Confiaban y creían en ellas. ¡Eran súper en todo!
Jorgelina un día inició una relación amorosa. Estaba feliz y se le notaba en la sonrisa “de oreja a oreja”. ¡Todas festejaban la llegada del Amor y lo comentaban muy animadas y contentas! El noviazgo era el centro de atención del grupo. Querían saber cómo iba todo. Y todo iba muy bien, muy bien… aunque el entusiasmo no duró demasiado, vaya uno a saber por qué.
¿Qué pasó? Se preguntaba cada una de las mujeres…
Al poco tiempo de iniciar la relación brotó en Jorgelina “esa mujer” fuerte e independiente que detectaba “cositas” en él que no le agradaban. No tenía paciencia, lo quería todo tan perfecto y como ella quería. Entonces comenzó a objetarle cosas aunque muy suavemente. –Es tierno y muy atento pero cuando come no es muy educado… –Es tranquilo y calmo….pero me parece que no tiene mucha afición al trabajo…–Es generoso pero no le gusta salir de vacaciones… Unas cuantas quejas empezaban a deshacer su felicidad inicial. Eran quejas traducidas en ideas acerca de cómo tenía que ser él, lo que inició las tensiones entre ambos…
Poco a poco, lo que al principio fue “amor” pasó a ser otra cosa muy distinta: un sentimiento de insatisfacción. Jorgelina estaba enamoraba pero lo desvalorizaba. ¿Es posible esto, se preguntaba? Lo amaba y le estaba encontrando muchos “peros”.
Ella ya no se sentía receptiva pero la relación continuaba. Y no se daba cuenta de sus contradicciones. Actuaba en oposición a su deseo esencial de compartir con alguien sus días. Quería amar, pero… que esto, que lo otro…
¿Qué quería realmente? ¿Estaba siendo ella misma? ¿Se entregaba a Amar? ¿Conservaba sus viejos patrones heredados de cómo tiene que ser alguien para…?
Se sentía francamente atrapada.
Estaba tan acostumbrada a ser eficaz en todo, a “arreglárselas sola” que no podía abrirse a recibir amor, no sabía cómo compartir de par a par. Le molestaban las propuestas de él, estaba habituada a proponer. Le incomodaba cuando él no le daba la razón. Discutían. Solo por unas ideas.
Desde la sociedad feminista a la que pertenecía –tácitamente-, desde grupo de mujeres, desde sus ancestros y desde su experiencia pasada con otra relación le venían mensajes muy potentes que no quería dejar de escuchar: “Las mujeres se valen solas”. Pero a la frase le faltaba una parte: …”y desean compartir su valía con alguien” que ella no podía escuchar.
Jorgelina ya no era feliz con su relación, las críticas a su “amor” habían superado toda posibilidad de continuidad. Pensaba y hablaba de él como si fuera un “enemigo”. Lo juzgaba, lo intentaba mejorar, cambiar, corregir y arreglar. Quería que fuera otro, si….otro!!
Terminaron la relación porque era lo “mejor” que podía hacer según los consejos de sus amigas. Aunque por un lado creía que “no había Hombres” (con mayúsculas), ella misma no había podido ni querido permanecer con uno de ellos…
Se encontró atorada en una maraña de creencias que había acumulado por años….siglos… Y no pudo con la fuerte carga emocional que tenía “el haber aprendido a abrirse camino sola”. –“Las mujeres son fuertes y pueden solas” era la frase que había repetido su madre insistentemente para ayudarla en momentos difíciles. Y lo que fue una ventaja en un momento hoy le jugaba en contra. Muy en contra, pues aunque quería, no sabía compartir con “otro” sus días.
Tirada en el sillón de un rincón de su cuarto, con las manos sobre su pecho y visiblemente dolida, estaba aún lejos de reconocer sus dificultades. Sollozó un poco, pero inmediatamente se dijo: –“Hay que seguir adelante” perpetuando una vez más ese modelo de mujer –repetido y heredado- que hoy no la hacía completamente feliz…pero que aún no estaba dispuesta a rever…
Alicia Orfila
Los CUENTOS TRANSPARENTES son experiencias verdaderas vistas desde la mentalidad consciente – paz. Si te sentís identificado y te aporta podés enviarme tu historia-experiencia a aliciaorfila@gmail.com
*Cuentos transparentes – www.aliciaorfila.com.ar